10 de abril de 2013

Asesinatos S.L., Jack London

— (...) A esos sabuesos de la ley hay que enseñarles de nuevo una lección sangrienta. No pueden seguir maltratándonos con plena impunidad. Los agentes de McDuffy han prestado testimonio falso en el baquillo de los testigos. Lo sabemos con certeza. Ha vivido demasiado tiempo. Ahora le ha llegado su hora, pero no pudimos reunir suficiente dinero. Solo cuando descubrimos que el asesinato salía más barato que los honorarios de los abogados decidimos dejar que nuestros camaradas fueran a la cárcel y empezamos a acumular fondos con mayor rapidez.

—Ya sabe que nuestra norma es no aceptar jamás un encargo hasta estar plenamente convencidos de que se halla justificado desde el punto de vista social —observó Dragomiloff en voz baja.

Este libro póstumo e inacabado de Jack London (1876-1916) empieza de manera prometedora para un lector español de 2013... ¿Y si fuera cierto que existe una agencia que acepta encargos para liquidar a la escoria de la sociedad? Si cambiamos el entonces por el hoy, la agencia Asesinos S.L., que así se llama la empresa de Dragomiloff, valoraría peticiones como las siguientes (entre paréntesis va el precio del servicio):

  • ayudar a la jueza Alaya a dictar sentencia de manera sumaria en el caso de los ERE andaluces (unos 15 000 dólares por cabeza);
  • arreglar lo de los pagos en B de empresarios de referencia como Arturo Fernández o Gerardo Díaz Ferrán (yo diría que por 25 000 sacas los dos);
  • silenciar a Bárcenas, Sepúlveda, Correa y demás gurtélidos (a 15 000 dólares los secundarios, a 40 000 el pez gordo);
  • flexibilizar a tantísimo consejero y consejera corrupto que pulula por los bancos (yo diría que misma tarifa que para gurtélidos; quizá 50 000 para Rodrigo Rato);
  • finiquitar al yernísimo Urdangarín, su cohorte de timadores de Nóos y al Cazador de Elefantes (uf, las familias reales salen caras: puede llegar al millón por el portador de la corona y la mitad por un trepa que antes jugaba al balonmano);
  • etc.

Es decir: la agencia Método 3 sería una banda de románticos mariachis en comparación con lo que plantea Jack London en las primeras 40 páginas de su novela.

Por cierto, antes de que Cristina Cifuentes o Dolores Cospedal me digan que soy proetarra, antisistema, escrachista o que esto es incitación a la violencia, una aclaración: las tarifas son cosa de Jack London. Además, como sostiene el emprendedor y creador de empleo Dragomiloff, los imputados partirían de la presunción de inocencia y Asesinos S.L. jamás aceptaría «un encargo hasta estar plenamente convencidos de que se halla justificado desde el punto de vista social». En fin, habría incluso menos miopía que la habitual en la ciega justicia que imparten los tribunales españoles.

Por si algún emprendendor se anima —ya lo dijo Rajoy: alfombra roja para los emprendedores—, colaboro con lo que mejor sé: escribir. Lanzo aquí un esbozo de lo que podría ser la retórica corporativa de la susodicha agencia (ante todo, seriedad: una empresa es una empresa.... es una empresa). Me limito, sea en estilo directo o indirecto, a entresacar frases de la novela (lo digo por Cospe y Cifu...).

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ASESINATOS S.L.

Misión. Obtener una sociedad más justa gracias a la eliminación de seres humanos indeseables.

Visión. «Es bueno para el mundo que desaparezcan ese tipo de individuos, sabe?». Además, hay mucho anarquista teórico y con buenas intenciones, pero que nunca las concreta; y, claro, «¿de qué sirve una filosofía que no puede aplicarse?». 

Valores. «Como cliente, usted encontrará en nuestra organización unas normas de moralidad más rígidas y una honradez más sólida de las que pueden encontrarse en el mundo de los negocios. (...) De hecho, los miembros de la organización somos bastante fanáticos en lo que concierne a la ética. Exigimos la sanción de la justicia para todo lo que hacemos». Prometido: Asesinatos S.L. solo ejecuta a quien se lo merece.

Objetivos. Aceptamos todo tipo de encargos, «ya se trate de un emperador, de un rey, del más humilde campesino, los aceptamos todos con tal de que (y esto es fundamental), con tal de que juzguemos la ejecución desde el punto de vista social». Eso sí, en general nos ocupamos sobre todo de todo de empresarios estafadores, sindicalistas sobornados por patrones, jefes de policía brutales, etc.

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PD. Por desgracia, la novela de Jack London solo usa estas directrices para el planteamiento... A partir de la página 40 —más o menos—, toma una dirección aburridísima, previsible y que solo interesará a quienes gustan de los truquitos conceptuales y los giros efectistas. Digamos que London se desconecta del componente político y se conecta a la literatura en su acepción de «mero entretenimiento para no pensar». Lo que empieza con un planteamiento digno de Thomas Bernhard termina a lo novelista policial de segunda división. No estaría de más que, en nuestro posmodernete siglo XXI, alguien retomara el planteamiento de London y llevara la novela en otra dirección.

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