6 de junio de 2008

Ray Bradbury

Sé poco de Madrid, así que en estos días que estuve me dediqué a vagar sin rumbo por allí, que es mi manera de conocer los lugares. Yo el mapa sólo lo uso cuando me pierdo o cuando he quedado con alguien y llego tarde. Bueno, el caso es que el miércoles por la mañana andaba por el centro porque mis padres me habían encargado unas trufas de La mallorquina, una pastelería que está en la Puerta del Sol desde que ellos tenían mi edad (o antes, creo). Como mi tren para Alicante salía cinco horas más tarde, aproveché para callejear un rato.

Tiré por Preciados para delante y después, la verdad, ni idea. Subí, bajé, izquierda, derecha, qué sé yo... Me dejé ir en función de si había sombra en vez de sol, de si veía gente mirando un escaparate, de si una lucecita interior titilaba y me anunciaba Che, te estás alejando demasiado: regresa por acá. En fin, criterios sesudos y científicos todos. A lo que iba: en una de estas alcé la vista y vi árboles, una calle empinada hacia abajo y una puerta diminuta por la que se accedía a un sitio algo retro y con libros de segunda mano.

Juraría que se llama Petra's International Bookshop y que está en la calle Campomanes. (De acuerdo, lo sé: las dos oraciones anteriores son pura retórica: Google, que lo sabe todo, conoce el lugar y me ha dicho que sí, que se llama así y que está aquí). Decía: más que una librería, la de Petra es una casa convertida en biblioteca, donde cada habitación almacena páginas y páginas desde el suelo hasta el techo y donde uno pasa incluso por la cocina hacia el salón... ¿Que te gusta algún libro? Ahí tienes unos pufs rollo oriental para sentarte y leer. Nadie te molesta, nadie te pregunta ¿Buscaba algo en especial, señor? Diría que no debe de haber muchos sitios en Madrid ni más tranquilos ni más baratos para comprarse novelas en inglés, francés o alemán... Eso sí, te tiene que molar comprarlas usadas.

Lo sé, lo sé: me estoy yendo del tema, desde el principio del mensaje me estoy yendo, perdón, lo sé: según el título, esto iba de Bradbury, y de momento sólo va de trufas, Puerta del Sol y vagabundeo rubeniano. En fin, que me centro... Aunque, como cuenta Ray, es a partir del quinto o sexto minuto de conversación, a partir de la primera o segunda página de escritura automática, cuando quizá aparezcan la cadencia, las palabras justas o el personaje con que se quiere contar una historia. Quién sabe.

Bueno, que entre tanta estantería petroide encontré una multilingüe dedicada a la crítica literaria. Y ahí estaba el Zen en el arte de escribir, de Ray Bradbury, en tapas duras por 7 euros. Lo compré. No es que sea un fan de este cronista marciano, pero me interesa casi cualquier libro que hable sobre los procesos creativos en la escritura. También sucedía que en el viaje de ida había venido leyendo La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa, y en la página 90 estaba ya más que aburrido. Según mis cuentas, con el libro de Houellebecq que me había prestado Cris y este de Bradbury podía enfrentar con garantías las casi 4 horas de tren hasta Alicante. Con mi alimento espiritual en la mochila, fui a comprar medio kilo del que me habían pedido mis padres.

Las trufas no las probé hasta llegar a destino (ricas, pero demasiado chocolate para mí). El libro sí. Habré leído unas cincuenta páginas de Zen..., y aunque el didactismo yanqui Do it yourself suele molestarme, debo reconocerle a Bradbury que conoce bien el oficio de inventar historias y que su tono resulta bastante ameno. Por ahora, cinco subrayados que no quiero perder de vista:


I

Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya.

II

Escribir es una forma de supervivencia. Cualquier arte, cualquier trabajo bien hecho lo es.

III

Si uno escribe sin garra, sin entusiasmo, sin amor, sin divertirse, únicamente es un escritor a medias. Significa que tiene un ojo tan ocupado en el mercado comercial, o una oreja tan puesta en los círculos de vanguardia, que no está siendo uno mismo. Ni siquiera se conoce. Pues el primer deber del escritor es la efusión: ser una criatura de fiebres y arrebatos. Sin ese vigor, lo mismo daría que cosechase melocotones o cavara zanjas; Dios sabe que viviría más sano.

IV

Hay ideas en cualquier lugar, como manzanas caídas deshaciéndose en la hierba por falta de caminantes con ojo y lengua para la belleza, sea esta absurda, horrorosa o refinada.

V

Digamos que todos nos hemos alimentado de la vida, primero, y más tarde de libros y revistas. La diferencia es que una de esas series de acontecimientos nos sucedió, y la otra fue alimentación deliberada.

*

Zen en el arte de escribir, Ray Bradbury.
Editorial Minotauro, Barcelona 1995.
Traducción de Marcelo Cohen.


2 comentarios:

  1. Petra's está muy bien, pero en efecto hay varias librerías más para comprar libros en inglés... y baratos! Aunque son un poco más tipo café, también te dejan pasar el rato a tu aire. La próxima vez igual te interesa pasar por Bacchus o por J&J's Books and Coffee (también están en el 11870.com).

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por las recomendaciones, Irene. Anotadas quedan: Bacchus y J&J's Books and Coffee. Le preguntaré a 11870.com.

    PD: A mí es que me encantan esas librerías donde no hay escaparates ni recomendados, sino balumbas de libros donde uno juega a descubrir, en el desorden, con qué le apetece sorprenderse. Diría que eso, en parte, es lo que me cautivó de Petra's.

    ResponderEliminar