29 de mayo de 2013

La generación más preparada...

En su artículo «Sin novedad en el frente», Manuel Leguineche repasa cómo nacieron los reporteros de guerra y los continuos conflictos que estos enfrentaron a la hora de conciliar la objetividad informativa con su compromiso político, el llamado «interés nacional» o la voluntad empresarial de sus jefes. Así, nos recuerda que Hemingway hablaba de la inminente victoria republicana, pese a que el Ejército Popular se derrumbaba en todos los frentes. O que los generales británicos consideraban unos bolcheviques a los corresponsales ingleses que informaban de la Segunda Guerra Mundial desde cualquier sitio que no fuera Londres.

Me esmero en teclear esta introducción porque quiero extractar unos fragmentos de un artículo de Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, y me temo que alguien me acusará de hacerle el juego a José Ignacio Wert, la derecha, la Iglesia y blablablá. De ningún modo: en esta guerra educativa que vivimos, quisiera que la verdad no fuera la primera víctima. A mí me interesa que las cosas funcionen mejor y que todo el mundo haga su parte de autocrítica. Y en este artículo, Casanova reflexiona sobre un par de asuntos tan importantes como espinosos: la titulitis y la poca exigencia del alumnado.

Wert es una calamidad como ministro, sí; pero el sistema universitario español tiene más vías de agua abiertas que su conservadurismo. Y, sin un debate serio y a fondo sobre el asunto, no saldremos del atolladero. Extracto solo un par de párrafos, pero recomiendo el texto entero.

(...) Para sobrevivir, cualquier órgano o institución social necesita que los jóvenes reemplacen a los mayores, que surjan nuevas voces en la elaboración de ideas y alternativas. Se habla mucho de los que se van a Alemania, de la generación más preparada, pero se olvida que la formación es otra cosa, que no sólo consiste en adquirir crédito profesional a través de un título. 

La educación significa el desarrollo integral de los individuos, más allá de la preparación profesional y las consideraciones materiales, algo que incluye necesariamente comprender la naturaleza de las cosas y el mundo que nos rodea. La educación es una guía imprescindible para captar los entresijos de la sociedad tan compleja que hemos creado y revisar, con el auxilio de la investigación exhaustiva, las ideas aceptadas. Los estudiantes españoles son, en general, muy poco exigentes y para una buena parte de ellos, la universidad es una continuación del Bachillerato: hacen decenas de exámenes, en los que reproducen los contenidos adquiridos en clase, con varias convocatorias para aprobar una asignatura; raramente intervienen en seminarios o debates orientados por profesores y su conocimiento de otras lenguas y culturas es bastante deficiente.

Y aunque en la educación y en la investigación no se encuentran la solución a todos los males sociales, la buena formación intelectual y profesional siempre ha identificado a las sociedades más avanzadas. (...)
«El peso de la mediocridad», Julián Casanova, El País, 26 de mayo de 2013.

PD para integristas. Además de formarme en el sistema universitario español, he sido alumno en el austriaco y he conocido de cerca el argentino o el uruguayo. En fin, una pizca de autocrítica no viene mal, ¿eh?

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Actualización del 30 de mayo«La UB acusa a Educación de no informar a un alumno porque preguntó en inglés». Lo escuché en la radio y no me quedó más remedio que buscar la noticia... El alumno en cuestión era paquistaní.

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